A
María, mi niña
Espejo
roto,
imágenes quebradas.
Nada es como era.
20
de agosto
Ya
se habrá casado Rocío.
Qué suerte. Me habría gustado ir, ya lo creo que me habría gustado ir,
pero claro, ya estaba harta de oírla preguntarme: Oye, ¿tú quieres venir?
Ya sabes que por mí encantada, pero tienes que portarte bien. Y mi madre
que me miraba así, como ella sabe hacer, para decirme ni si te ocurra,
que tú allí no pintas nada, que tú sólo sabes darnos problemas. Eso
era lo que me decía mi madre. Me lo decía con los ojos, como siempre,
porque ella ya casi no me habla. A ella le gustan sus hijas inteligentes,
no como yo. A mí me da lo mismo.
Hace
muchos años yo también pensaba casarme. Qué cosas. Y ahora me miro al
espejo y sólo veo una cara horrible llena de arrugas. Chus casi no tiene,
y eso que es mayor que yo. He rebuscado en el cajón de la cómoda de
mi madre, y allí estaban las fotos de cuando éramos pequeñas. En casi
todas estábamos Chus y yo, con nuestros vestiditos rojos de lunares,
muy repeinaditas, cogidas de la mano. Yo estaba muy seria. Siempre salía
muy seria en las fotos. Después he encontrado una con Rocío: ella era
un bebé, y yo debía tener doce o trece años. Y la cogía en brazos. Ella
con los ojos muy abiertos, como siempre. Parece como si no quisiera
perderse nada. Era tan pequeña, y yo la quería tanto... La foto me la
he guardado. Yo no tenía fotos. Ninguna foto. Supongo que las perdería.
O igual las rompí, aunque ya no me acuerdo.
21 de agosto
Hoy
me he puesto unos pantalones que me regaló Rocío. Están casi nuevos.
Ella apenas los había usado. Me he ido a buscar a Paquita. Lo paso muy
bien con ella. Siempre nos reímos. Hemos ido a Alcampo. No hemos comprado
nada, pero nos hemos divertido mucho con todas las cosas que tienen
allí.
22
de agosto
Ya
han vuelto de la boda. Dicen que Rocío se ha ido de luna de miel al
Caribe, y yo he ido corriendo a una agencia de viajes para que me dieran
un folleto. Trae unas fotos preciosas, y Rocío estará allí con Emilio
poniéndose morena, como a ella le gusta. Espero que la trate bien. Es
que yo casi no le conozco, sólo le he visto una vez. Me da mucha pena
que ya no viva en esta casa. Antes al menos estaba en Vallecas, en casa
de Chus, pero ahora, según me dijo, se va a ir a Bilbao. Dicen que Emilio
tiene que vivir allí porque su padre necesita que le ayude en sus negocios.
Rocío tendría que haberse buscado otro novio y no irse tan lejos, pero
claro a ella nunca le gustó el Pozo. A mí tampoco me gustaba. Ni me
gustaba antes ni me gusta ahora. Antes... cuando me iba al Consulado
en la calle Atocha y tenía amigos que eran de otros barrios, yo también
creía que podría marcharme de aquí. Al menos ella sí que lo ha conseguido.
25
de agosto
Hoy
ha venido Chus con los niños. Su marido estaba trabajando. Debe de trabajar
mucho, porque siempre que viene dice lo mismo. Yo lo que creo es que
no le gusta mucho venir al Pozo. Los de Vallecas se creen muy importantes.
Dice que Rocío le ha llamado y que lo está pasando muy bien. Ha dicho
que estaba haciendo un crucero por las Bahamas. Chus no me gusta. Hace
mucho que no me gusta. Ella se llevó a Rocío a su casa con la excusa
de que desde allí tenía mejor combinación para ir a la Universidad.
Rocío quería vivir en otro sitio, y no la culpo, yo también quería marcharme
del Pozo, pero me pasó aquello y me llevaron al psiquiátrico; y Chus
empezó con que si iba a destrozar su vida, que si mejor sería que me
dejaran allí, que quería otras cosas para sus hijos. Y además estaba
él, que si qué tipo de familia sois en tu casa, que si eso no será hereditario,
¿verdad? Ellos hablan de mí como si yo no estuviera. Parece que no me
ven, y a mí me da igual, me da lo mismo lo que digan. En realidad, cuando
dicen esas cosas, es como si no hablaran de mí. Les miro como si yo
estuviera en otro mundo y no les digo nada... Antes se indignaban. Ahora
ya ni siquiera me ven. Si hubieran podido me habrían dejado en el hospital
pero, claro, el médico no quería que siguiera allí. Decía que ya estaba
bien.
15
de septiembre
Rocío
y Emilio han vuelto de su luna de miel. Han llegado por la mañana y
han estado todo el día con nosotros. Bueno, se han marchado hace una
hora. Tenían billete para Bilbao. Ya tienen piso allí. Dicen que se
lo han regalado los padres de Emilio por la boda. Es bonito que se conocieran
en París. A Rocío le dieron una beca para estudiar un año allí, porque
es muy lista; y él, aunque no me he enterado muy bien, creo que también
estaba estudiando y, claro, Emilio se coló por Rocío, porque ella además
de ser muy lista también es muy guapa, y con ese estilo... Ella sí que
es como a mí me hubiera gustado ser. Pero yo ni siquiera fui al Instituto.
Y no es que me importe, tampoco me habría servido de mucho. Yo era la
peor estudiante, la más torpe, pero era guapa, y creía que con eso sería
suficiente. Total, los tíos era en eso en lo que se fijaban. Pero, ¡qué
mala suerte! El que se fijó en mí era un patán. Primero fui tan imbécil
de creer que a él le interesaba yo, menuda tontería... ¿Qué coño le
iba a importar, si lo único que le interesaba era acostarse conmigo?
A él y a todos los demás. Menuda mierda. Ahora me pregunto cómo pude
ser tan tonta y dejar que todo aquello me importara, y que me fuera
destruyendo poco a poco. O quizá no fue así...
Pero
todo eso ya pasó, y hago como que nada me importa. Además, cuando estoy
aquí, en mi cuarto, puedo estar sola, aunque esta habitación es bastante
fea y ni siquiera tengo una mesa. Pero es igual, me tumbo en la cama
y puedo ver a la gente en Aruba: una señora tomando el sol con su bebé
bajo una palmera, la playa tiene una arena muy fina y blanca, el mar
es transparente y con distintos tonos de azul según se acerca al horizonte,
allí una raya oscura separa el mar del cielo. Dice el catálogo que está
rodeado de arrecifes de coral, y que cuando baja el nivel del mar deja
al descubierto todas las formaciones coralinas. Debe de ser muy hermoso,
como el paraíso. Le he preguntado a Rocío. Quería que me contara todo
lo que había allí, todo lo que han hecho, pero mi madre en seguida me
ha dicho: “anda, no atosigues a tu hermana, que tienes que terminar
de planchar antes de irte de paseo con tu amiga”, y yo le he dicho que
no iba a salir, que le había dicho a Paqui que hoy, como venía mi hermana,
me iba quedar en casa con ella. Pero al final ellas se han puesto a
hablar y yo he terminado de planchar.
16
de septiembre
He
ido a casa de Paquita a buscarla. Le he llevado el folleto del Caribe.
Hemos estado viendo las fotos y hablando de lo bien que se debe de estar
allí. Después nos hemos ido de paseo por ahí, como casi todos los días.
Antes mi madre me decía que fuera con ella de paseo, y si yo no quería,
insistía, y nos lo pasábamos muy bien. Pero hace ya mucho que se va
con sus amigas o va a casa de Chus. A mí me gustaría ir a casa de Chus
para ver a los niños, pero yo sé que no les gusta mucho que vaya, así
que me voy con Paquita. Ella es muy buena.
17
de septiembre
La
psicóloga me dice que no acepto la realidad. Que ese es el problema:
aceptar las cosas como son. Y yo no dejo de preguntarme por qué tengo
que aceptar. Me tendré que aguantar. Ellos son mi familia y... mi vida
esta cosa tan triste. Y lo peor es que parece que no puedo cambiarlo.
Y me pregunto qué puedo hacer, porque aceptarlo, lo que se dice aceptarlo,
no quiero. Yo no tengo por qué aceptar algo si no me gusta.
Debajo
del colchón de mi cama tengo el folleto del Caribe con la foto de Rocío
de bebé. Aunque Rocío no me contó muchas cosas, estoy segura de que
allí la gente debe ser de otra manera. Y yo me digo que allí Paquita
y yo nos lo pasaríamos muy bien. Podríamos trabajar en algo. Pero claro,
ella tiene a su madre que es muy vieja; y yo... a mí no creo que me
dejen ir.
Volver al índice