Diez. Nueve. Ocho.
Siete. Seis. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno. Uno. Uno. Uno. Uno. Uno.
Uno. Uno. Uno. Uno. Uno. Uno. Uno. Uno. Uno.
—¡¡¡Qué
coño pasa aquí!!!
Los
gritos de Gene Kranz, director del equipo de control de la misión espacial,
se escuchan por toda la sala.
Kranz
se gira hacia los técnicos informáticos.
—¡Y
vosotros, qué hacéis ahí parados! ¡Moved el culo, revisad los sistemas,
descubrid por qué cojones no ha despegado ese trasto. ¡Y arregladlo
antes de que cuente diez!
Todos
los técnicos se ponen a trabajar frenéticamente. Kranz se levanta y
va de una mesa a otra, mirando los monitores, buscando alguna pista
de lo que ocurre. Suena un teléfono. El ayudante de Kranz lo coge. Tapa
el micrófono del auricular y hace una señal a su jefe.
—Es
el presidente.
—Dile
que estoy ocupado. Tirándome a su mujer.
Silencio
sepulcral. El ayudante responde al teléfono:
—Gene
está ocupado, señor presidente. En un minuto habremos solucionado el
problema.Kranz sigue moviéndose frenéticamente entre las mesas.
Una
voz ligeramente distorsionada se cuela por los altavoces.
—Houston,
¿algún problema?
—Ninguno,
Jim. Enseguida despegáis.
Uno
de los técnicos lanza un grito:
—¡Listo!
Podemos empezar la cuenta atrás.
—Espero
que sea verdad, por que si no te vas a poner tú al teléfono cuando llamen
otra vez de la Casa Blanca.
Kranz
vuelve a su sitio. Comienza otra vez la cuenta atrás.
Diez.
Nueve. Ocho. Siete. Seis. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno. Cero.
El
Apolo XIII despega. El
ayudante de Kranz suspira.
—Al
final ha sido una tontería.
Kranz
mira fijamente la pantalla gigante de televisión.
—No
sé, no sé...
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