Antropofagia
Francisca de Ceballos


A mi madre

En el centro del Pacífico existe una isla cuyo nombre desconozco donde no hay ni un anciano. Los hijos, en cuanto sus padres cumplen una edad determinada —de la cual no me recuerdo— los matan y se los comen. Los padres experimentan felicidad al imaginar que sus hijos van a zampárselos. Están convencidos de que es el mejor modo para adquirir la inmortalidad. Los hijos, después de haber masticado a sus padres, se sienten fuertes. Piensan que han absorbido la vitalidad paterna.

Mi padre falleció hace años y, después de su muerte, aunque no solía tratarlo mucho, me sentí bastante debilitada. A lo mejor no me hubiera ocurrido esto de haberlo comido, sino todo lo contrario. Mi madre todavía vive. Tiene 93 años. ¡Seguro que ha pasado la edad límite de la isla del Pacífico! La verdad es que la cuido lo mejor posible para que cumpla los 100. Lo hago porque me daría lástima verla morir cuando todavía está con ganas de hacer tantas cosas. Pero seguramente me sentiría mejor si me la pudiera comer. Ha sido una mujer de muchos éxitos. Fue la primera en subir con esquís al Mont-Blanc. Durante la Segunda Guerra Mundial participó en acciones fuera de lo común. Un ejemplo: atravesó las líneas alemanas conduciendo un camión lleno de nada menos que 3000 pares de calcetines para calentar los pies congelados de los soldados de la Brigada Alsace-Lorraine que estaban liberando Estrasburgo. ¿Quién sabe si hubieran ganado la batalla con los pies fríos?

Quisiera yo probar la carne que ha vivido tantos acontecimientos... Como eso no se hace, he decidido conformarme con escribir su vida. Es un método de comérmela a mi modo, algo diferente del de los isleños del Pacífico. El primer capítulo es el hígado que sirvo en un lecho de ensalada. El segundo una chuleta crujiente. El tercero un filete tiernecillo...

Lo que más me gusta es redactar una y otra vez el mismo episodio, desde puntos de vista distintos. Es como si el filete lo pudiera saborear con varias salsas, de tomate con ajo, de crema sin ajo, de champiñones... A la Española, a la Francesa o a la Suiza... Eso es una ventaja que les saco a los de la isla del Pacífico: yo puedo repetir.


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