Artículos de opinión de Enrique Páez
Opinion Articles by Enrique Páez
 

El plagio creativo

 

 

Creative Plagiarism

 

A todos nos resulta sorprendente ver cómo Esquilo, Sófocles, Eurípides y el resto de los dramaturgos griegos fueron plagiados sin remordimiento por los romanos Terencio y Plauto, y mucho más tarde por Molière. Ese sistema de trabajo (inspirarse en autores previos) no es algo que pertenezca sólo a la antigüedad clásica, porque los remakes de películas, las parodias y las versiones de canciones siguen siendo una de las principales fuentes de inspiración lícita y merecedora de aplausos. E incluso, yendo un poco más allá, la pretensión de no plagiar, de ser radicalmente original, no es sino una declaración de soberbia y de ignorancia. El plagio creativo, entendido como reescritura de una misma historia desde otra óptica y con otras intenciones, constituye una de las herramientas más valiosas y poderosas de la creación artística. El plagio creativo es lo que hizo Picasso con Velázquez, Joyce con Homero, Ray Charles con los Beatles, Martín Gaite con Perrault, Zorrilla con Tirso de Molina, y los guionistas de Pretty woman con La cenicienta.

Si todos los hombres pensaran igual, no haría falta escribir dos veces la misma historia. Pero desde el momento en que una misma realidad pueda ser interpretada de distintas maneras, y todas (o algunas de ellas, al menos) sean válidas, oportunas, o aporten alguna luz a esa realidad, una misma historia se volverá a escribir cuantas veces sea necesario para verla desde todos los ángulos posibles. El cambio del punto de vista o el tono no es una mera cuestión de técnica narrativa, sino de interpretación subjetiva de la historia. Todas las historias son subjetivas. La verdad absoluta no existe.

Al transformar una fábula, recreándola según nuestra propia versión, nos podemos permitir cambiar el final, introducir nuevos personajes, ambientarla en otra época, modificar las intenciones de unos u otros, utilizar otro punto de vista, y hasta meternos nosotros mismos en su interior como un personaje más. Hay un capítulo magnífico en el libro de Gianni Rodari, La gramática de la fantasía, que trata justamente de las "fábulas plagiadas", y muestra paso a paso el proceso de transformación de fábulas (el salto de lo concreto a lo abstracto, para luego regresar de nuevo a lo concreto con la historia transformada). Desde aquí recomiendo su lectura.

Otra cosa muy distinta es el plagio sin más, la falsificación de firmas y la apropiación de una obra. O sea: el robo. Si alguien copia literalmente lo que otro ha escrito, y lo firma con su nombre, no está reconstruyendo literariamente esa historia, sino que la está robando. El plagio a secas, que consiste en transcribir lo que otro ha escrito, sin acotarlo con las comillas preceptivas ni citar la fuente de donde ha sido tomado, tal y como han hecho Ana Rosa Quintana, Luis Racionero o Lucía Echevarría, no tiene nada que ver con la creación literaria, sino con un delito tipificado en el Código Penal, similar al de sustraer una cartera o desvalijar un estanco. Y que no venga la señora Quintana dicendo que lo suyo fue un despiste informático, el señor Racionero con que no le gusta la estética del entrecomillado, o la señorita Echevarría con que ella intertextualiza, porque eso es como tirarse pedos para después apretar el culo.

 

Publicado en el periódico "Metro", La columna, en diciembre de 2001

We all are amazing seeing how Aeschylus, Sophocles, Euripides and other Greek dramatists were plagiarized without any remorse by the Romans Plautus and Terence, and much later by Molière. This system of work (inspired by previous authors) is not something that belongs only to classical antiquity, because the movie remakes, and parodies and versions of songs are still a major source of inspiration lawful and worthy of applause. And even going a step further, the claim of not working with plagiarism, to be radically original, is nothing but a statement of arrogance and ignorance. The creative plagiarism, defined as rewriting the same story from another perspective and with other intentions, is one of the most valuable and powerful tools of artistic creation. Creative Plagiarism is what made Picasso with Velázquez, Joyce with Homer, Ray Charles with the Beatles, Martin Gaite with Perrault, Zorrilla with Tirso de Molina, and the plot writers of Pretty Woman with Cinderella.

If all men would think alike, we would not need to write the same story twice. But from the moment that the same reality can be interpreted in different ways, all (or some of them, at least) are valid, timely, or provide some light on that reality, the same history will be re-write as often as needed to see it from all angles. The change of viewpoint or the tone is not a simply a matter of narrative technique, but subjective interpretation of history. All stories are subjective. Absolute truth does not exist.

By transforming a fable, recreating it in our own version, we can allow to change the end, introduce new characters, set in another time, modify the intentions of one or the other, using a different point of view, and to get us inside ourselves as a character. There is a magnificent chapter in the book of Gianni Rodari, The Grammar of Fantasy, which is precisely the "plagiarized fables," and shows us step by step the process of transformation of fables (the jump from the concrete to the abstract, then back again to the concrete with the story transformed). From here I recommend reading it.

A very different thing is just plagiarism, forgery of signatures and appropriation of a work. That is: Stealing. If someone literally copy what another has written, and signs with his name, it is not literally reconstructing the story, but stealing. The just plagiarism, which is transcribing what someone else has written without prescriptive quotation marks to delimit, or quote the source from which has been taken, as Ana Rosa Quintana, Lucia Echevarría and Luis Racionero have done, has nothing to do with literary creation, but with an offense under the Penal Code, similar to that of stealing a purse or robbing a tobacconist. And that does not fixed with Mrs. Quintana saying it was an oversight in her computer, Mr. Racionero saying he does not like the aesthetics of the quotation, or Miss Echevarria saying she intertextualize, because that is like farting and afterwards press the ass.



Published in the newspaper "Metro" column in December 2001


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