Nada normal (2002)

Prólogo

Oswaldo Berenguer

A mis compañeros de Gramática 2, al profe Javier,
a Isabel, Marisa y Enrique.


En el año 1940, el por entonces joven escritor Jorge Luis Borges, escribió para el prólogo de la novela La Invención de Morel de Adolfo Bioy Casares (Edit. Losada, 1940), ciertos conceptos que hoy, sesenta y dos años después, podemos aplicar a ésta que hoy nos corresponde prologar: El país de las serpientes en alcohol, del autor madrileño Enrique Peláez.

En ese prólogo, Borges mencionaba que en La deshumanización del arte (1925), Ortega y Gasset había afirmado: “Es muy difícil que hoy quepa inventar una aventura capaz de interesar a nuestra sensibilidad superior.” Para dar por tierra con esa temeraria afirmación, Borges escribió que: “Ninguna otra época posee novelas de tan admirable argumento como Una vuelta de tuerca, como El Proceso, como la que ha logrado, en Buenos Aires, Adolfo Bioy Casares”.

Hoy, a mediados del 2002, estamos en condiciones de afirmar que El país de las serpientes en alcohol cumple también con el anterior postulado de Borges. Porque Enrique Peláez, al igual que Bioy Casares lo hacía en 1940, propone una “vuelta de tuerca” en el concepto de novela corta moderna. Desde el comienzo el autor describe una sociedad en la que las reglas del azar son las leyes que gobiernan la gramática y el lenguaje, lo cual nos permite aplicar las palabras de Borges a esta novela: “... despliega una odisea de prodigios que no parecen admitir otra clave que la alucinación o que el símbolo, y los descifra mediante un solo postulado fantástico pero no sobrenatural.” Y es que la existencia del jefe supremo Xavier Anragas, además de ser una metáfora de las exigencias del mundo actual, también se humaniza cuando maneja los hilos de ese mundo virtual formado por laberintos lógicos en el cual se mueven sus habitantes. Es en Xavier donde reside la ambivalencia de los seres que pueblan ese universo literario dedicado a la escritura. Únicamente a través de la gramática y su doble interpretación, pueden los jóvenes LDB y AID transitar laberintos oníricos (lugares de extremada dulzura y escalofriante sofisticación) por los cuales Peláez nos va conduciendo a la manera de Virgilio. Es notable la descripción del infierno en el capítulo 3. La escena en que Álvaro y Luis junto con los PEPES descubren en el fondo de un abismo (luego de pasar la prueba de los enigmas) a innumerables manos similares a serpientes tecleando relatos breves, es bellísima. Son las manos de Sonia, Nuria, José, y tantos más buscando una frase en medio de vapores helados y la salvación del que la encuentra. En el capítulo nueve se presiente la presencia de las cucarachas que harán peligrar la vida de Javier Lara impidiéndole usar el ordenador de la bella Isabel para llamar a las nécoras en su ayuda.

“¿Son las estructuras gramaticales las culpables de todo?”, se pregunta Marisa Alerce frente a los espejos en el momento en que es capturada por las elistas. La respuesta se encuentra a lo largo del libro.

Nos cabe agregar, para finalizar, que la historia, muy lejos de ser una incoherencia verbal, es ilusoria pero no sobrenatural, y que El país de las serpientes en alcohol, a partir de hoy, ya tiene un lugar en esa memoria universal que es la Literatura.

Haz clic aquí para imprimir este relato

Ir al siguiente cuento

Volver al índice del libro