Nada
normal (2002)
|
Desconocidos |
Dori Martínez Monroy |
A lo mejor te sorprende lo que voy a contarte. No, no sonrías, hace tan poco tiempo que nos conocemos, apenas unas horas, las que llevamos cenando; por cierto, apenas has probado la ensalada, ¿y el pescado?, casi no lo has tocado. ¿No tienes apetito? Yo tampoco, la verdad. Bueno, sí lo tenía, pero estaba tan nerviosa con nuestro encuentro que apenas he probado la cena. Supongo que a ti también te ha pasado lo mismo, ¿no? No digas nada y deja que te cuente, luego hablas tú. Verás, es que desde que me dijiste que quedáramos, se me han pasado todo tipo de cosas por la cabeza. Claro, como eras un desconocido para mí. Sí, ya sé que hemos hablado mucho por teléfono, pero para mí eso no es conocerte; pues esta tarde en casa, me decía a mí misma que era una suerte que te hubieras equivocado de teléfono y que diera la casualidad de que mi compañera estuviese enferma y yo ocupara su línea cuando llamaste. Y estaba acordándome de lo que habíamos hablado hasta hoy y estaba tan contenta, preparándome para salir, cuando llamó mi hermana. ¿No vas a comer postre? Yo sí, me encantan los dulces. Sí, luego tomaré un café pero dile al camarero que espere un poco, no quiero que se me quede frío. Bueno, se me ocurrió contarle a mi hermana lo de nuestra cita. No, no, solo le he dicho que había quedado contigo pero no le he dicho nada más. ¿Qué importancia tiene eso? Sí, claro, a mí también me gusta la discreción al principio pero... oye, ¿no estarás casado? Ah, ya me parecía a mí que no. Es que esa es una de las cosas que me ha dicho mi hermana sobre ti. Seguro que es casado. Aunque me daba a mí que no, no sé porqué. Calla, calla, te decía que se lo he contado y nada más decírselo me he arrepentido porque ha empezado a darme un sermón. Sí, ríete. Tú no conoces a mi hermana. Que cómo se me ocurría quedar con un desconocido, que tuviera cuidado, que ella no se fiaría. ¿Y sabes qué ha llegado a decirme? Que a lo mejor eras un psicópata. Oye, no pongas esa cara. ¿No te habrás molestado, eh? Es que mi hermana es así. Dice lo primero que se le ocurre. Si hasta me ha contado una película de Hitchcock que vio el otro día en la tele. Sí, sí, de Hitchcock. ¿El título? Ahora no lo recuerdo. ¡Ah!, sí, Frenesí. ¿La conoces? Yo también; la pusieron la otra noche... Se lo dije a ella, que qué tenía que ver eso conmigo y me dice que va de un tipo encantador que estrangula a un montón de mujeres. Y yo le dije anda que eres una exagerada y una aguafiestas y colgué el teléfono. ¿Qué te parece? Bueno, pues lo increíble es que luego no pude dejar de darle vueltas a lo que me había dicho mi hermana. Hasta he estado a punto de no venir. Sí, en serio, es que soy muy insegura. Bueno, tanto como para tomarme en serio que eras un psicópata no, pero por un momento no sabía qué pensar, todo lo que hemos hablado podían ser un montón de mentiras. Sí, claro, yo también he podido contártelas a ti, pero no es lo mismo, no sé, reconocerás que no es muy habitual quedar con un desconocido así por las buenas. Hasta yo me he sorprendido de la rapidez con que te he dicho que sí quedaba contigo. Es que esta vez no me lo pensé. Además me caíste muy bien por teléfono y me dije ¿qué puedo perder? Y aquí estoy. No, no quiero nada más, si te parece nos vamos ya; podemos ir a otro sitio. A bailar, me encanta bailar. Sí, también me gusta pasear...
Me ha gustado mucho el restaurante, quizás un poco retirado... No, no suelo venir por aquí. Oye, ¿no te has molestado, verdad?, por lo que te he dicho, es que te noto serio... Me alegro, además lo que importa es que al final estamos aquí. Bueno, ahora cuéntame tú, pero hace un poco de frío y no se ve a nadie, ¿podíamos ir a algún sitio calentito? ¿Cómo, que tienes un regalo para mí? No puede ser, el primer día. A mí no se me ha ocurrido. A ver. Qué bonito pañuelo, y de seda... No seas tan modesto. No distingo bien los colores, como está tan oscuro, pero es precioso y tan suave... Sí, por favor, pónmelo. ¡Qué suavidad! Da gusto. Vale, déjalo así; no aprietes tanto. ¡Oye!, déjalo, que me haces daño. ¿Me oyes? ¡Me estás haciendo daño! |
Haz clic aquí para imprimir este relato
|