Otro triunfo de C.

 Elena Valero


Las manos frías y los ojos ardientes. Debía estar loco para aceptar este trabajo, pero lo necesitaba. Un hombre hace cosas rarísimas por dinero.

El tacto del plástico contra su cara era desagradable. Retiró el rostro un momento para echar otro vistazo. Sí, debían ser unos noventa metros. Volvió a apuntar y apretó el gatillo. El sonido metálico de la recámara vacía llegó repentinamente. Bien, él estaba preparado. Sólo faltaba el objetivo.

Dejó el rifle a un lado y habló brevemente por el intercomunicador. Volvió a coger el arma, introdujo el cargador y tiró de la palanca. Después de poner el seguro miró el reloj. Debía faltar poco para su llegada. Miró nervioso por la ventana.

Acertar a Oswald fue más fácil. Un disparo en la nuca y adiós. Ventajas de eliminar a un don nadie. En cambio Mrs. Julia tenía un eficiente servicio de seguridad. Era imposible acercarse a ella.

Nadie excepto C., claro. Era el mejor. Todo el mundo sabía que no había otro tan bueno como él en el ramo. De hecho, no tuvo ningún problema en conseguir un puesto en la organización. Y eso que cuando le echaron de A.R.R.I.B.A. (Asociación Reaccionario-Religiosa Instigada por Beatos Asesinos) las cosas se pusieron feas. Su reputación quedó bastante maltrecha. Y nadie reparó en el meteórico ascenso de su subordinado directo…

Pero eso era ya historia antigua. Su nuevo trabajo tenía mucho más morbo. Y los compañeros contaban anécdotas muy jugosas en la central, aunque C. no iba mucho por allí. La temperatura era muy alta para alguien nuevo. Aún no se había habituado a la climatización del H.A.D.E.S. (Hartos Del Espíritu Santo).

¡Allí estaba Mrs. Julia!

La escultural esposa de Herbert B. Julia (B. de Burro), el magnate de las balas de fogueo, iba rodeada de seis hombres altos y fornidos. El que cerraba la marcha era Oswald.

C. quitó el seguro y disparó aprovechando un insinuante movimiento de cabeza de la mujer. El impacto sólo fue percibido por C. y por Oswald, que observaron el repentino cambio en las pupilas de Mrs. Julia.

¡Otro trabajo bien hecho! Los cuernos de Herbert B. Julia (B. de burro), magnate de las balas de fogueo, eran inminentes, y los compañeros de la central de H.A.D.E.S. se encargarían de que fuesen públicos.

¡Seguía siendo el mejor!

Aquel traidor de Valentín aún tenía muchas cosas que aprender del maestro, el sin par Cupido.

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