Escrito en colaboración con P. Requejo
Viven. Y además, juntos. El chico, Andrés, iba para artista, pero le enseñaron a arar y le jodieron. Así que se convirtió en uno de esos hippies que tocan la flauta y piden en la calle principal de la ciudad. Cada noche volvía a casa exhausto de soportar con su sucia mano las pesadas monedas.
Rebeca era una agresiva ejecutiva. Maletín en mano, maxibraga y chaqueta de prominentes hombreras. Era capaz de traspasar con su penetrante mirada a sus más duros oponentes en cualquier negocio.
Sin embargo el bingo la perdía, así como la consulta diaria a su bruja particular.
De modo que, a fin de cuentas, era Andrés quien mantenía el hogar familiar y la daba de comer; amén de pagar las facturas so pena bastonazo de Hacienda.
Hola, mi amor ¿Qué hay de cena?
La paz sea contigo, parienta. A ver qué te parecen estas salchipapas que estoy fabricando.
Beso apasionado con tocamientos impíos.
Ella coge una patata con sus uñas pintadas de rojo y dice:
¿Salchipapas otra vez? Es la tercera esta semana.
Pero mi florecilla silvestre, ya sabes que éste es el plato más barato del mercado. Y la verdad, últimamente las limosnas son cuasi-exiguas. Ya me he llevado hoy dos patadas en la boca.
¡Pobrecito mío! ¿Y te ha dolido mucho, cariño?
Hablaba en sentido figurado, muñeca. Pero aún así ya sabes que hubiera podido hacer una compra más boyante si no te hubieras gastado el dinero en el bingo.
¡Ya salió a relucir el bingo! ¡Como si me gastase tu dinero y no el que gano yo con el sudor de mi frente! ¡No como otros! ¡Que ya estoy harta de mandar a las secretarias de la oficina a la calle Mayor con consignas solidarias!
¿Es una indirecta?
¡Pues no! Es una directa directísima. Por que no me dirás que con la flauta haces algo
Mi música es Arte. Sin embargo tu trabajo es una penosa competición entre buitres por el poder.
¡Me estás llamando buitre! ¡A mí
!
Rebeca rompió en estrepitoso llanto con reminiscencias de moco tendido. Andrés le acarició el negro y ensortijado cabello.
Noooo, palomita. Tampoco es eso. Es que no me gusta que nadie se meta con mi manera de vivir. Mejor será que ambos nos respetemos. Ese fue el pacto, ¿no?
Pero cariño, si sabes que me encanta tu filosofía de la vida. Pero es que estoy echando un culo con las dichosas salchipapas

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