Festín de amotinados (2000)

Hamlet

Antonio Rodríguez Menéndez

Esa noche el joven actor ha bebido y deambula por las calles de su ciudad tratando de aprenderse el texto de Hamlet. Se para y se sienta en un banco. Bebe un trago de vino de la botella No recuerda a su padre. Este se le aparece: “Sí, soy tu padre y no estás ni en el teatro ni suficientemente borracho para que encuentres excusas a mi presencia. Escúchame. No me pude despedir de ti. Me morí (¡qué raro me suena decirlo!). Sí, me morí sin poderte abrazar ni hacer otras cosas. Ahora soy un fantasma. Tampoco puedo abrazarte; tan solo me queda la palabra: ¡Acuérdate de mí! Adiós, adiós, acuérdate de mí”. Al día siguiente el hijo olvidó su condición de actor, por supuesto también el texto, y a su padre. Ya era un fantasma.

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