ESCRIBIR ES ENTRAÑABLE. Lamento no recordar quién lo dijo, pero
asociar el acto de creación literaria con las entrañas (lo más
entrañable que tenemos), es bastante exacto. Los autores y autoras
de estos textos tienen la lengua muy suelta, gritan, sugieren,
malmeten, perdonan, ríen, se lamentan, encriptan, chismorrean,
blasfeman, emborronan, se cabrean, bendicen, entrerrenglonan,
balbucean, garabatean, vociferan, murmuran, criptografean, susurran,
regurgitan, tergiversan, bufan y se amotinan. No es que tengan
la moral distraída, sino que están hasta los pelos de tanta media
tinta. Marisa dice que aquí falta ideología. Que ya está bien.
Y a mí me parece que tiene razón. Bergamín habría dicho que vivimos
todavía en la confusión reinante; pero es que, claro,
Bergamín era republicano y tenía muy mala leche.
Me gustaría deciros que Javier ha tenido una niña
(bueno, en realidad ha sido Paloma, claro), y dice que se lo pasa
pipa dando clases. Isa y Chema se llevan a sus alumnos de excursión
a fin de curso a Belmonte. Javier también se apunta. Ángel no
dice nada, pero insiste en acudir al Taller incluso cuando hay
fiesta. Además, de cuando en cuando, para que no se amodorren,
invita a sus alumnos a un karaoke y les canta temas de Sabina
y Roberto Carlos. Yo siempre canto las de Jeanette, porque no
tengo tanta voz como Ángel. Cállate niña, no llores más, versión
heavy, es la que mejor me sale.
El año pasado yo iba todos los jueves al Colegio
Mayor Chaminade a dar un Taller después de la cena. Este año le
ha tocado a Isa, y de paso se han sumado las del Colegio Mayor
Poveda. Nunca se termina antes de las doce de la noche, pero vale
la pena.
Javier y Chema también empezarán el año que viene a dar talleres
en bibliotecas y casas de cultura, pero a unas horas más decentes.
Eso creen.
Carlos sigue con sus sesiones de guión de cine, y espero que podamos
convencerlo para que repita el año que viene, porque ya tiene
lista de espera. Él dice que dependerá del tiempo que le deje
libre la película que quiere dirigir.
Sé que vais a echar de menos los sugus (de piña,
frambuesa, limón, cereza y naranja), la jarra de agua y las dos
velas encendidas en el centro de la mesa, pero en octubre volveremos.
Aunque en otro local, porque los dueños se van a vivir al Taller
de la calle Fuencarral. No sé qué van a hacer los pobres con tantos
personajes fantasmales que hemos ido dando forma a lo largo de
estos años. Les harán compañía, supongo, porque aunque los seres
creados alrededor del Taller tengan a veces aspecto patibulario,
suelen ser buena gente.
Maryta y Osvaldo vendrán desde Bahía Blanca para
la presentación del libro. Dicen que cuaquier excusa es buena
para volver a encontrarse con los amigos. En cambio Alekos, Eduardo
Heras León y la gente del Taller de Escritura Onelio Jorge Cardoso
de La Habana lo tendrán más difícil. Pero estarán sus dibujos
y sus textos, eso sí.
Esta antología es una fiesta. O un festín. De amotinados.
España, Méjico, Venezuela, Colombia, Argentina, Cuba, Perú, Congo,
Francia e Italia tienen autores y autoras en sus páginas. Más
ellas que ellos, porque de 107 hay 70 mujeres. Quien quiera sacar
conclusiones puede hacerlo, no es difícil prever por dónde van
a soplar los vientos del próximo milenio.
Los lectores atentos descubrirán que en estos relatos se habla
de balones de fútbol, sillones, topos, paraguas, piñas, anuncios,
croquetas, visillos, manuscritos, rejas, guisos, móviles, cochecitos
a pedales, ajos, pisos, condones, peces, gusanos, relojes, rayos
o mecheros; pero que no es verdad. O que, al menos, no es toda
la verdad. Si nos acercamos lo bastante a estos relatos veremos
que en su interior hay más de lo que parece. Hay dobles lecturas
y espejismos reales en cada texto. Dentro de cada imagen se oculta
otra, como tesoros escondidos en barriletes de ron, que esta pandilla
de piratas amotinados se ha empeñado en diseminar a cada renglón
como si fueran minas antipersonas, pero a la inversa.
Y yo termino. Sólo recordar una nueva definición
del acto de escribir, esta vez de la mano de José Ángel Valente:
Escribir es como la segregación de las resinas; no es acto,
sino lenta formación natural. Musgo, humedad, arcillas, limo,
fenómenos del fondo, y no del sueño o de los sueños, sino de los
barros oscuros donde las figuras de los sueños fermentan. Escribir
no es hacer, sino aposentarse, estar.
Enrique Páez, 2000
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