Festín de amotinados (2000)

Juana

Mayte Vázquez

A mis padres

A Juana, ya desde la niñez la llamaban Ana. —Juana, me llamo Juana —pataleaba y lloraba para hacerse oír. Con Ana se quedó y con Matías el electricista.

—Yo no lo quiero —pataleó y lloró.

Se casó con Matías y con él se llevó cuatro hijos de un matrimonio anterior.

—Yo no los crío —pataleó y lloró.

Ana se tuvo que hacer cargo de los cuatro y uno más, que le vino. Ya en la vejez, cuando comenzaba a asimilar lo de Ana, un joven político en busca de votos, se acercó a su casa.

—Juana González —gritó desde el umbral de la casa.

Juana abrió la puerta, alzó la vista y dijo:

—Jovencito, Juana no existe.

—Se equivoca, señora. Aquí está, en el censo.

—Yo le digo que no.

—Mire y vea señora. Aquí está el nombre —señaló con autoridad la hoja de las listas.

Juana pataleó y entre lloros volvió a decir:

—Aquí no vive nadie con ese nombre.

El joven político se dio media vuelta. Cuando había avanzado unos pasos pudo escuchar tras de él una vocecita que le gritaba:

—Jovencito, yo me llamo Ana, Ana González..., para lo que guste.

Haz clic aquí para imprimir este relato

Ir al siguiente cuento

Volver al índice del libro