Festín de amotinados (2000)

Despedida

Dori Martínez Monroy

Luis acababa de llegar. Venía a llevarse sus cosas. Apenas me saludó al entrar. Se movía deprisa por la casa. Yo iba a decirle que no se marchara, que lo intentáramos de nuevo, pero él se encerró en el baño a recoger sus cosas. Nerviosa, mientras le esperaba, agarré la bombonera de cristal repleta de caramelos masticables y comí uno tras otro sin parar. Cuando Luis salió del baño tenía la boca llena de caramelo y luchaba por despegar mis dientes. Me metía los dedos en la boca, empujaba con la lengua. Mientras forcejeaba, pude ver a Luis cruzando el pasillo, con una de sus maletas, sin fijarse en mí. Estaba sofocada y me dolía la boca. Fui corriendo a la cocina, intenté beber agua pero tenía la boca sellada y el agua resbaló por mi cuello. Desde la cocina oí la puerta de la calle que se cerraba. Cuando salí al pasillo, estaba vacío. Podía oír el zumbido del ascensor mientras se alejaba. Me quedé allí, escuchando, hasta que el portal se quedó en silencio. Sólo entonces mis dientes se despegaron.

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